lunes, 28 de junio de 2010

Conozca las 12 razas de perros más violentas






Hay varias razones por las que los perros pueden llegar a ser violentos, agresivos. Están los factores de la herencia genética y, por supuesto, el de la estimulación de su entorno. Es decir, hablamos de una mezcla entre el aprendizaje y la genética.

Al contrario de lo que suele creerse, no es la información genética de determinadas razas la que condiciona fundamentalmente la conducta agresivo de un perro. El principal motivo proviene, sobre todo, del aprendizaje, de lo que tu perro vea y aprenda como natural comportamiento.

En una menor medida, la herencia hace que se hable de razas agresivas, aunque esto no sea del todo correcto: hay razas que tienen determinadas características o potencialidades, pero no se desarrollan de ninguna manera sin el estímulo del exterior.

Por eso, en última instancia, es el dueño del animal quien tiene toda la responsabilidad en este tema. Debe saber prevenir posibles comportamientos agresivos no solo de aquellas razas consideradas violentas, sino de cualquiera de ellas, pues todas pueden resultar peligrosas sin una buena educación.

Algunas de las cuestiones a tener en cuenta son: evitar el destete prematuro, facilitar la socialización del cachorro con personas y otros animales, utilización en el aprendizaje del castigo y la recompensa, y buscar un diagnóstico veterinario que alerte sobre posibles problemas de agresividad.

Los perros agresivos suelen tener dueños irresponsables

El ambiente en el que vive, el espacio, las necesidades satisfechas, o no, la educación que reciba y el conocimiento de la raza por parte del propietario, son algunos de los factores que inciden para que un perro reaccione con agresividad.
"La forma de que aprendan a convivir con las personas es que reciban una educación que tenga en cuenta su forma de conducta originaria".
Es erróneo pensar que únicamente razas como Dogos y Rottweilers son agresivas: la agresividad se encuentra dentro del repertorio conductual de todo perro.
La agresividad es un componente natural de todo perro, que permite regular las relaciones entre los miembros de una manada con otros animales. La manifestación de esa agresividad depende en un 20% de factores hereditarios (la raza), y en un 80% del ambiente, aclara la doctora Alicia Marro, especialista de la Facultad de Ciencias Veterinarias.
El término "ambiente" engloba las experiencias que tuvo el animal, las condiciones en que vive y el entrenamiento recibido, factores dependientes del ser humano y por lo tanto, externos a la raza del animal.
"Por eso, cuando se evalúa un ataque, más que la raza como causal hay que considerar las condiciones de tenencia del animal desde su edad más temprana. Estos conceptos son válidos para todas las razas; también para perros mestizos, y nada tienen que ver con la talla o el aspecto del animal agresor. Hay perros muy agresivos de pequeño porte" señaló Marro.

Cuán peligroso es

Otro tema es la peligrosidad: ésta, sí depende del tamaño. Dogos y Rottweilers, como cualquier perro de similar tamaño -sin excluir a los Labradores- pueden ocasionar lesiones muy severas, siempre que provengan de un ambiente inadecuado.
En este sentido, la especialista explicó que "históricamente, el perro peligroso se enlista en la raza grande que está de moda en el momento, lo interesante es poder establecer cuántos perros de esa raza hay y cuántos han atacado. No olvidemos que en nuestro país antes era peligroso el Ovejero alemán, pero que en realidad eran problemas individuales dentro de esa raza, no la raza en sí misma. Por ejemplo el Dogo argentino puede ser un excelente perro lazarillo. Que llegue a ser asesino o lazarillo se determina, en general, por factores externos, modificables y dependientes de criadores y dueños".

La importancia del espacio

Las necesidades de ejercicio y exploración del perro y el aporte de estímulos diversos y adecuados para el desarrollo deben ser provistas por el espacio, ya que éste es un factor que incide en la relación con los demás. La cuestión de la administración de los espacios, en particular cuando éstos tienen valor social es una circunstancia adicional de gran peso en una especie de estructura social jerárquica.
Por ejemplo, cuando el perro llega a cierta edad -si no se lo ha criado en forma adecuada- puede encontrar desafiante el hecho de no querer compartir con él nuestra propia cama, a la que lo habituamos desde cachorro.
Puede, por ello, amenazarnos de modo tal que no nos animemos a ingresar al dormitorio, aseguró la especialista.


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